El Castagnaccio es un placer culinario otoñal, tan antiguo como delicioso: un dulce rústico, rico en historia y tradición, que representa un profundo vínculo con el territorio y sus recursos naturales. El Castagnaccio tiene antiguas raíces que se remontan al pasado agrícola del territorio Apuano, conocido también por sus espesos bosques de castaños. Precisamente las castañas son el ingrediente principal de este pastel. La receta se remonta a la antigüedad, cuando la harina de castaña era un alimento básico para la población local (y no sólo: durante siglos también fue el sustento básico de los habitantes de las cercanas Versilia y Garfagnana), gracias a su disponibilidad y valor nutritivo.
La preparación del Castagnaccio es sencilla, pero requiere cuidado y atención para lograr el equilibrio adecuado de sabor y textura. Los ingredientes básicos son harina de castaña, agua, aceite de oliva virgen extra, nueces o piñones (estos últimos elegidos por los más “puristas”), pasas sultanas y un poco de romero. Estos ingredientes se mezclan para formar una masa blanda, que se extiende en un molde y se hornea hasta que adquiere un color marrón oscuro y una textura crujiente en la superficie, con algunas grietas.
El Castagnaccio se caracteriza por su sabor robusto y ligeramente amargo, derivado de la harina de castaña. El dulzor es sutil, equilibrado por las crujientes nueces y las jugosas pasas sultanas, mientras que el aceite de oliva virgen extra añade una nota de riqueza y profundidad. Es un pastel que se degusta mejor recién horneado y aún caliente. También se suele acompañar de requesón de oveja, la combinación más tradicional.
Además de su sabor único, este pastel rústico es también un símbolo de tradición y comunidad. Durante el otoño, las fiestas y ferias de los pueblos dedicadas a las castañas celebran no sólo la cosecha, sino también este peculiar dulce, que trae consigo siglos de historia rural y una profunda conexión con la tierra.
Con su sencillez y autenticidad, este dulce sigue deleitando los paladares de cualquiera que tenga la suerte de probarlo. Es un testimonio vivo de la riqueza culinaria del norte de la Toscana y del amor a la tradición que aún impregna la vida cotidiana en esta tierra.